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Descubren Ciudad Subterránea Nuclear Secreta de EE.UU. en Groenlandia
En un descubrimiento que resonará tanto en la historia como en la conciencia ambiental actual, un equipo de investigadores de la NASA ha revelado la existencia de una ciudad subterránea nuclear secreta de los Estados Unidos, enterrada bajo el hielo de Groenlandia. Esta base militar, conocida como Camp Century, fue construida durante la tensa era de la Guerra Fría y su historia es un fascinante y complicado tapiz de estrategia militar, innovación tecnológica y preocupaciones ambientales.
El Origen de la Historia
La historia de Camp Century comienza en un contexto geopolítico delicado. A finales de 1940, Estados Unidos hizo una oferta inusual a Dinamarca: 100 millones de dólares por la compra de Groenlandia. Aunque Dinamarca no aceptó la venta, el gobierno danés, agradecido por el apoyo estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, permitió a los Estados Unidos establecer una base aérea en la isla y realizar experimentos en la capa de hielo[2].
La Construcción de Camp Century
En 1959, bajo el nombre en clave de Proyecto Iceworm, los Estados Unidos iniciaron la construcción de Camp Century, una base militar secreta ubicada a unos 240 kilómetros de la Base Espacial Pituffik (antes Base Aérea Thule). Esta «ciudad bajo el hielo» fue diseñada para albergar hasta 200 soldados y consistía en una red de 21 túneles de acero que sumaban casi tres kilómetros de longitud. La base incluía infraestructura completa, como dormitorios, un hospital, áreas recreativas, cocina, y una central eléctrica alimentada por un reactor nuclear portátil PM-2[2].
Objetivos y Tecnología
El objetivo principal de Camp Century era probar la viabilidad de desplegar misiles nucleares en el hielo de Groenlandia en caso de un conflicto con la Unión Soviética. La base estaba equipada con tecnología innovadora, incluyendo pozos de agua derretida en el hielo y sistemas avanzados de ventilación. Los túneles interconectados y un sistema de trenes eléctricos para transporte interno la convertían en un refugio seguro contra ataques nucleares, a pesar de las extremas condiciones climáticas, con temperaturas de hasta -57°C y vientos de hasta 193 km/h[2].
Abandono y Descubrimiento
Sin embargo, el proyecto enfrentó múltiples dificultades técnicas debido al movimiento constante de las capas de hielo, lo que hizo que los túneles fueran inestables. Finalmente, la base fue abandonada en 1967 y quedó enterrada bajo más de 30 metros de hielo y nieve. Los restos de Camp Century permanecieron ocultos hasta que, en abril de 2024, un equipo de la NASA utilizó un radar de penetración de hielo montado en un avión Gulfstream III para cartografiar las capas de hielo y rocas en la zona. Las imágenes revelaron inesperadamente la estructura de la base con una claridad sin precedentes[1][2][3].
Implicaciones Ambientales
El descubrimiento de Camp Century no solo es un hallazgo histórico significativo, sino que también plantea serias preocupaciones ambientales. Los científicos temen que el deshielo de Groenlandia, acelerado por el cambio climático, pueda liberar materiales peligrosos abandonados en la base, incluyendo desechos biológicos, químicos y radiactivos. Este deshielo podría tener impactos devastadores en el medio ambiente y en las tasas de aumento del nivel del mar, limitando enormemente la capacidad para proyectar estos cambios[1].
Legado Científico
A pesar de su abandono, Camp Century sigue proporcionando información valiosa. Las investigaciones iniciales en la base permitieron a los ingenieros de Estados Unidos extraer algunos de los primeros núcleos de hielo profundo, lo que fue un avance sin precedentes para la ciencia. Estos núcleos de hielo siguen ofreciendo información crucial sobre las condiciones climáticas pasadas y ayudan a entender mejor el impacto del cambio climático en el futuro[2].
En resumen, el descubrimiento de Camp Century es un recordatorio de la compleja historia de la Guerra Fría y de las implicaciones a largo plazo de las acciones humanas en el medio ambiente. Mientras continuamos explorando y aprendiendo de este hallazgo, es crucial que consideremos las lecciones del pasado para enfrentar los desafíos ambientales del presente y del futuro.